La justicia de Dios tarda pero no olvida

La justicia de Dios tarda pero no olvida
Por: Rafael Monroy
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n los Estados Unidos, durante muchos años, especialmente durante la administración del presidente George W. Bush, se inició una campaña contra los inmigrantes latinos, presentada como parte de la supuesta lucha "anti-terrorista". Sin embargo, incluso el ciudadano más inexperto de ese país sabe que los terroristas responsables de los ataques del 11 de septiembre de 2001 no ingresaron por la frontera sur. Esto pone en evidencia que dicha persecución tiene un trasfondo diferente, que va más allá del combate al terrorismo. En lugar de proteger a la nación de amenazas externas, esta campaña se ha convertido en una herramienta de discriminación y hostigamiento contra personas que buscan mejores oportunidades.

Lo más indignante es que, entre las filas del Partido Republicano, conocido también como la «derecha ultraconservadora», se encuentran muchos “cristianos evangélicos” que afirman ser seguidores de las enseñanzas de Jesús. Estas personas forman parte de grandes congregaciones en los Estados Unidos y, sin embargo, han sido cómplices de las decisiones que ese gobierno adoptó en el pasado. Este tipo de contradicción plantea una pregunta preocupante: ¿cómo es posible que personas que se identifican como cristianas apoyen leyes injustas y medidas inhumanas, como la legalización de la tortura?

¿Por qué invadir un país, lo que resultó en la muerte de más de 100,000 personas inocentes, cuando ese país no tenía ninguna relación con los ataques del 2001? ¿Por qué irrumpir en las casas de personas trabajadoras, tratándolas como criminales cuyo único «delito» es ser pobres? ¿Cómo es posible que empleadores exploten a sus trabajadores sin que haya consecuencias? ¿Y por qué hay «cristianos» que se esfuerzan más por perjudicar a sus semejantes que por mostrarles el amor de Dios?

Quizás no tengamos respuestas claras para todas estas interrogantes, pero una cosa es segura: todas esas injusticias, así como la persecución de inmigrantes latinos y de otras nacionalidades, tendrán un fin. Vivimos tiempos difíciles, caracterizados por el engaño y la mentira, donde muchas personas caen en las trampas de falsedades evidentes y otras más sofisticadas.

Hace casi 80 años, Adolf Hitler afirmó: “Cuanto más grande es la mentira, más gente la creerá”. Y, tristemente, esto sigue siendo cierto hoy en día. Muchos cristianos bien intencionados, que desean seguir a Dios, han sido engañados y manipulados para apoyar a líderes como Hitler y Bush, quienes se mostraron como «miembros» de su misma línea religiosa. Lo más preocupante es que muchos de los que cometen estas injusticias realmente creen que actúan de manera legal y que, incluso, cuentan con la aprobación de Dios. Piensan que, por estar dentro de la ley humana, también están dentro de la ley divina, ignorando que la justicia de Dios es mucho más alta y perfecta.

Muchos creyentes asumen que todos los cristianos somos intrínsecamente justos solo por el hecho de pertenecer a una determinada denominación, pero esto no es cierto. La única forma de ser justificados delante de Dios es mediante el cumplimiento de sus mandamientos. Jesús fue claro al decir: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” Mateo 5:20. Esto significa que no basta con cumplir de forma superficial, sino que la justicia de los creyentes debe ser sincera y superar la mera apariencia.

Nuestra justificación depende en gran medida de nuestras acciones y de nuestra obediencia a la palabra de Dios. Pablo lo expresa claramente en la epístola a los Gálatas: “Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera. Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.” Gálatas 2:17-18. Esto significa que cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, las obras de maldad quedan destruidas; pero si volvemos a practicarlas, nos convertimos en transgresores de la ley de Dios, y por lo tanto, merecedores de su castigo.

Es posible que, en algún momento, hayas sido injusto sin darte cuenta, y que hayas causado daño a una o muchas personas sin ser consciente de ello. Así como Pablo persiguió a la iglesia del Señor creyendo que estaba haciendo un bien, es posible que tú también hayas sido injusto con tu prójimo. Sin embargo, lo importante no es lo que hiciste, sino que te arrepientas y busques el perdón de Dios, para no volver a cometer los mismos errores. El arrepentimiento sincero es la llave que abre la puerta al perdón y la restauración.

Por otro lado, quizá hayas atravesado una situación de injusticia de la cual quisieras escapar, pero sientes que no puedes. Tal vez has sido víctima de acciones injustas por parte de otros y has sentido la tentación de tomar la justicia por tus propias manos. Es posible que tu familia esté enfrentando una situación de sufrimiento injusto. No te desesperes ni pierdas la esperanza, porque la respuesta de Dios llegará a su tiempo. Como nos enseña la Escritura: “Sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.” Colosenses 3:24-25.

Estos versículos nos aseguran que Dios es justo y que juzgará a todos los hombres, sin excepción. A aquellos que le servimos, nos recompensará por nuestra fidelidad, mientras que castigará a quienes han actuado con injusticia. Aunque ahora parezca que no hay una salida a tu situación, ten paciencia y confía en que Dios no te abandonará. Su tiempo es perfecto, y aunque nosotros no siempre entendamos sus planes, Él siempre actúa en nuestro favor.

Los tiempos de incertidumbre y persecución que vivimos no son el final de la historia. La Biblia nos enseña que la justicia de Dios se manifestará en su momento, y que toda acción, buena o mala, recibirá su recompensa o su castigo. Es un llamado a la reflexión profunda, tanto para quienes han sufrido injusticias como para quienes, de manera consciente o no, las han perpetrado.

Los creyentes no debemos ser cómplices de sistemas injustos ni apoyar medidas que contradicen las enseñanzas de Jesús. Debemos ser agentes de cambio, personas que se esfuerzan por vivir conforme al mensaje de amor y justicia que predicó nuestro Señor. Es nuestra responsabilidad no dejarnos llevar por ideologías humanas que nos alejan de la verdad de Dios.

El verdadero cristianismo no se mide por el tamaño de nuestras congregaciones o por el poder político que podamos alcanzar, sino por la transformación de nuestros corazones y por el amor que mostramos a nuestros semejantes, especialmente a los más vulnerables. Jesús nos llamó a ser luz y sal en el mundo, a ser un ejemplo de misericordia y compasión, no de juicio y condena.

Si hoy te encuentras enfrentando una situación difícil o si reconoces que has actuado de manera injusta, este es el momento para buscar a Dios, para pedir su guía y su perdón, y para comprometerte a vivir de acuerdo a sus mandamientos. El futuro no está determinado por los errores del pasado, sino por la disposición que tenemos de caminar con Dios y obedecer su palabra.

Recuerda siempre que la justicia humana es imperfecta, pero la justicia de Dios es perfecta y eterna. Al final, cada uno recibirá de acuerdo a lo que ha sembrado, y la cosecha que recojamos dependerá de la forma en que hayamos vivido. La promesa de Dios es que no estamos solos en este proceso y que, si confiamos en Él, veremos su justicia manifestarse a su tiempo.

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Gladys Urbina
2 años atrás

Mi hijo ha sido víctima de una injusticia, pero como dice el texto debemos perdonar Dios hace todo a su tiempo y el que hace injusta también la recibirá en su justo momento,

Victor Hugo Azócar Oyarzun
Victor Hugo Azócar Oyarzun
4 años atrás

Es terrible sentir que eres víctima de una injusticia. Desde muy niño que me he tenido que enfrentar a tantas y también de grande , soy un ferviente seguidor de Jesús, desde muy niño muy creyente, católico de nacimiento. Conoci a una dama muy amable, nos hicimos muy amigos, a… Leer más »

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