El Día de Venganza de Jehová

El Día de Venganza de Jehová
Por: Rafael Monroy
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stando en la sinagoga, Jesús se levantó y leyó el libro del profeta Isaías, como lo relata Lucas 4:14-21. “Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.

Este relato de Lucas detalla un momento clave en el ministerio de Jesús, cuando regresa a Galilea en el poder del Espíritu Santo y enseña en las sinagogas, ganando fama en la región. En particular, en este pasaje, Jesús entra en la sinagoga de Nazaret, su ciudad natal, y lee un pasaje del libro del profeta Isaías que habla de las buenas noticias y de la buena voluntad de Dios hacia los hombres. Los predicadores suelen usar este pasaje para resaltar el propósito y la misión de Cristo: traer salvación, sanidad y libertad, lo cual ha sido el foco de las predicaciones por los últimos dos mil años, y es el punto central del Evangelio moderno, donde se enfatiza que Jesús es el cumplimiento de la promesa de Dios de redención para la humanidad.

Muchos predicadores utilizan este texto para hablar sobre la transformación completa que Cristo ofrece, no solo en términos espirituales, sino también en lo físico, emocional y social. Jesús, al decir que esta escritura se ha cumplido en ese momento, se identifica claramente como el Mesías prometido, aquel que fue elegido por Dios para llevar las buenas nuevas de salvación. Los predicadores a menudo destacan este punto para afirmar la divinidad de Cristo y su rol como el Salvador que vino a cumplir las profecías. Sin embargo, esta no era la profecía completa de Isaías.

En este estudio examinaremos la segunda parte de la profecía de Isaías para entender sus implicaciones y cómo afectará a todos los habitantes de la tierra en el futuro. Luego de los versículos que leyó Jesús, encontramos el siguiente texto en el libro del profeta Isaías 61:2-3. “… a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya”. Esta segunda parte de la profecía no se ha cumplido todavía.

Durante los años en que Jesús predicó el evangelio del reino, nunca mencionó el «día de venganza de Dios», ya que esa no era su misión en ese momento. Esta parte de la profecía quedó pendiente, no por olvido, sino porque aún falta que sea anunciada antes de su segunda venida. Aunque la profecía de Isaías puede parecer contradictoria al mencionar tanto “el año de la buena voluntad de Dios” como “el día de su venganza”, cobra sentido al entender que se refieren a dos momentos distintos, como veremos más adelante en este estudio.

 Cuando Jesucristo regrese por segunda vez, viene a establecer su reino milenial y arrebatar a su verdadera iglesia, pero también a regir las naciones con vara de hierro. Viene a destruir a todos los impíos de la tierra, hacer justicia y crear cielos nuevos y una tierra nueva, tal como lo declara el mismo profeta Isaías 65:17: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra. De lo pasado no habrá memoria ni vendrá al pensamiento”. Isaías confirma esta profecía en Isaías 66:22: “Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre”.

El apóstol Pedro reafirma la declaración de cielos y tierra nuevos en 2 Pedro 3:13: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”. Pedro retomó la profecía de Isaías para afirmar que ellos, los discípulos, creían en los cielos y la tierra nuevos de las que hablaban dichas profecías. Finalmente, el libro de Apocalipsis 21:1 dice: “Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado y el mar ya no existía más”.

¿Porque habla de cielos y tierra nuevos? … Porque todo lo que vemos será destruido. Cuando Jesús regrese a la tierra, va a demoler por completo la tierra; destruirá todo lo que vemos y apreciamos. Las grandes obras, edificios y todo lo que es motivo de orgullo será destruido. Dios creará todo de nuevo porque puede, quiere y es necesario.

La Biblia describe la destrucción de la tierra de diversas maneras, principalmente en los textos proféticos y apocalípticos relacionados con el juicio final y la renovación de toda la creación. En el Nuevo Testamento, especialmente en 2 Pedro 3:10, se describe un futuro en el que la tierra será destruida por fuego: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”.

Este pasaje indica que los cielos y la tierra actuales serán desintegrados, no por agua como en el diluvio de Noé, sino por fuego. El fuego en la Biblia a menudo simboliza tanto juicio como purificación, lo que sugiere que la destrucción de la tierra no será un fin total, sino un proceso de renovación, precedido por un periodo de destrucción palpable tal como ocurrió en Sodoma y Gomorra.

El «Día del Señor» es un concepto recurrente en la Biblia, que habla de un tiempo de juicio y destrucción para los impíos. En el Antiguo Testamento, se describe como un día de oscuridad y destrucción. Por ejemplo, en Sofonías 1:14-15 leemos: “Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo; es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tinieblas y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento”.

Esto presenta una imagen de destrucción a nivel global, con caos, juicio y terror sobre los que han rechazado a Dios. Aunque la Biblia habla de la destrucción de la tierra, también ofrece una visión de esperanza. Apocalipsis 21:1-4 describe cómo, después de esa destrucción, Dios hará “cielos y tierra nuevos”. La antigua creación será destruida para dar paso a una nueva, libre de pecado, maldad y muerte. Esta nueva creación será el hogar eterno de los justos, donde Dios morará con su pueblo, y no habrá más sufrimiento ni muerte.

En 2 Pedro 3:5-7, el apóstol Pedro compara el juicio futuro con el diluvio en los días de Noé, cuando la tierra fue destruida por agua. Sin embargo, Pedro aclara que el juicio futuro será por fuego, marcando una diferencia en el método de destrucción, pero manteniendo el patrón de juicio sobre una humanidad corrupta.

El propósito de la destrucción de la tierra en la Biblia no es simplemente el castigo, sino la erradicación del pecado y la maldad desde su raíz, que es el hombre impío, así como la preparación para una nueva era de paz y justicia bajo el gobierno de Jesús. Este juicio servirá para purificar la creación y preparar el camino para la eternidad con Dios.

Los verdaderos hijos de Dios padecerán persecución de la misma manera que todos los siervos de Dios en el pasado. Aquellos que creen que Dios es solo amor se llevarán una gran sorpresa, puesto que los juicios llegarán cuando menos lo esperen, tal como el apóstol Pedro lo manifiesta en 1 Pedro 4:17: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de los que no obedecen al evangelio de Dios?”

El juicio que viene a la iglesia no es el mismo que viene para el mundo. La diferencia es que la iglesia sufrirá por su ignorancia, y muchos que aparentemente son cristianos y no lo son padecerán junto con los impíos. Los juicios de Dios vienen a todas las naciones de la tierra como resultado de haber despreciado a Jesús. Por el contrario, a su iglesia le espera recompensa por su paciencia y fe. Él viene a salvarnos de la muerte eterna y de su ira, tal como lo dice el apóstol Pedro en 1 Pedro 1:5. Este versículo describe cómo los creyentes, mediante la fe, son protegidos por el poder de Dios hasta el momento en que la salvación será revelada en los últimos tiempos: “Por la fe, ustedes son protegidos por el poder de Dios para la salvación que ha de manifestarse en los últimos tiempos”. Esa salvación no sería manifestada en el pasado, sino en los últimos tiempos, es decir, en el tiempo que Jesucristo regrese a la tierra.

Aquellos que creen que Dios los ha llamado para reclamar bendiciones y disfrutar del privilegio de ser hijos del gran Rey no podrán soportar este tiempo de prueba para toda la humanidad. La historia bíblica demuestra que los verdaderos siervos de Dios han sido probados a través de muchas pruebas. Hombres como David, Jeremías, Isaías y Elías son testimonio de que alcanzaron buen testimonio, pero también son un ejemplo de lo que un siervo de Dios debe padecer.

El hombre natural no puede entender cómo Dios envió a su único Hijo a sufrir una muerte tan cruel para salvar a personas tan malas como nosotros. De igual forma, los verdaderos siervos fueron perseguidos, maltratados y muchos asesinados por obedecer su palabra, tal como lo relata el libro de Hebreos 11:32-40. Los héroes de la fe murieron de formas terribles, padecieron muchos sufrimientos y mantuvieron su fe y esperanza en la promesa de una herencia eterna.

Los siervos de Dios en el pasado fueron perfeccionados a través de diversas pruebas y sufrimientos, de la misma manera que los discípulos del Señor cuando comenzaron a ser perseguidos después de que el primer mártir de la iglesia fuera apedreado. Según el relato bíblico en Hechos 7:54-60, Esteban fue apedreado por miembros del consejo judío (el Sanedrín) y otros judíos que se sintieron ofendidos por su discurso. Esteban había acusado a sus oyentes de resistirse al Espíritu Santo y de traicionar y asesinar al Justo Jesús. Además, el texto menciona que Saulo, quien después sería conocido como el apóstol Pablo, estaba presente cuidando las ropas de quienes lo apedreaban, lo que indica que aprobaba la ejecución en ese momento. Esto se encuentra específicamente en Hechos 7:58: “Y echándolo fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo”.

Esta persecución sistemática por parte del pueblo judío fue la oportunidad que el escritor del libro de Hebreos menciona en el capítulo 11 para alcanzar la perfección que Jesús dijo que era necesaria. Ellos esperaban ese tiempo de persecución para alcanzar la estatura del varón perfecto, es decir, ser semejantes a Jesús en sus padecimientos. Por esta razón, los discípulos como Pedro se gozaban en el Señor cuando eran perseguidos y atribulados, tal como lo menciona Hechos 5:27-29: “Los condujeron ante el Consejo, y el sumo sacerdote les reclamó: ‘¿No les habíamos ordenado terminantemente que no enseñaran en ese nombre? Sin embargo, han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y se han propuesto echarnos la culpa de la muerte de ese hombre’. Pedro y los demás apóstoles respondieron: ‘Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres’”.

Aunque efectivamente la culpa de haber crucificado a Jesús fue totalmente de las autoridades religiosas, ellos se sentían ofendidos de que los discípulos los culparan. Por eso, precisamente, los perseguían y pretendían acallarlos. Sin embargo, y a pesar de tratar de amedrentar a los discípulos de Jesús, ellos entendieron que esa situación de persecución era parte del perfeccionamiento de Dios hacia su iglesia. Hechos 5:40-41 menciona que ser azotados no era suficiente para intimidarlos y dejar de predicar a Jesús; todo lo contrario, era la oportunidad que esperaron para demostrar que eran semejantes a Cristo: “Llamaron a los apóstoles, los azotaron y les ordenaron que no hablaran en el nombre de Jesús, y los soltaron. Los apóstoles salieron del Consejo, felices por haber sido considerados dignos de sufrir por causa del Nombre”.

Por casi 300 años, los apóstoles de Jesús y sus discípulos fueron perseguidos, maltratados y muchos asesinados, hasta que, en el siglo III, el emperador Constantino decidió perdonar a los cristianos e incluso les permitió que formaran parte de su gobierno. De allí en adelante, la iglesia del Señor se perdió en el tiempo, y surgió una religión que, diciéndose cristiana, mezcló ídolos de piedra, madera y yeso con nombres de apóstoles.

Antes del retorno de Jesús a la tierra, Dios proveerá para los cristianos de los últimos tiempos un periodo en el cual seremos perfeccionados. Este tiempo de angustia y sufrimiento será para el verdadero pueblo de Dios un tiempo glorioso, puesto que Dios manifestará su poder y su gloria de manera más impresionante que en el tiempo de los apóstoles. En ninguna manera será ese tiempo para castigar a su verdadero pueblo. Todo lo contrario: será un tiempo donde el Espíritu Santo se derramará de gran manera para manifestar milagros y prodigios que nunca se hicieron antes.

Al mismo tiempo que el poder de Dios se manifestará grandemente, el poder de las tinieblas también se manifestará para perseguir a los hijos de Dios, tal como sucedió hace dos mil años. La persecución de los verdaderos hijos de Dios vendrá de las mismas congregaciones que, diciéndose cristianas, realmente son instrumentos de Satanás. Por cierto, si deseas saber cómo y por qué empezó la persecución, te invito a escuchar nuestro estudio titulado: La persecución de los cristianos.

Quiero enfatizar que quienes serán perseguidos serán el verdadero pueblo de Dios, no todos los cristianos modernos, especialmente aquellos que dicen llamarse cristianos, pero actúan conforme al mundo, que viven una vida desordenada, pero asisten a congregaciones donde abundan la lascivia, la mundanalidad, la mentira, los vicios, el amor al dinero, y cuyos dirigentes no son más que charlatanes, agoreros e hijos del diablo. Estos predican cuentos e historias de cómo hablan con ángeles y demonios. Cuentan mentiras de cómo suben al tercer cielo y hablan con Dios cara a cara, pero nunca predican el verdadero evangelio del reino, ni predican contra el pecado, ni demuestran con hechos el verdadero carácter de un cristiano genuino. Nunca citan Juan 15:20, que dice: “Acuérdense de lo que les dije: Ningún siervo es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a ustedes los perseguirán. Si han obedecido mis enseñanzas, también obedecerán las de ustedes”.

La palabra de Dios dice que los verdaderos hijos de Dios deben padecer de la misma manera que los siervos de Dios del antiguo tiempo y que los discípulos de Jesús. Durante este corto período de tiempo, es decir, tres años y medio, Dios se manifestará poderosamente en su verdadero pueblo y los guiará a través de su Espíritu Santo, como lo menciona el libro de los Hechos de los Apóstoles, porque Él no quiere que en su manifestación gloriosa estemos en tinieblas, es decir, sin conocimiento de estos eventos, como dice 1 Tesalonicenses 5:1-9:
“…Cuando estén diciendo: ‘Paz y seguridad’, vendrá de improviso sobre ellos la destrucción, como los dolores de parto a la mujer encinta. ¡De ninguna manera podrán escapar! Ustedes, en cambio, hermanos, no están en la oscuridad para que ese día los sorprenda como un ladrón. Todos ustedes son hijos de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad… Pues Dios no nos destinó a sufrir el castigo, sino a recibir la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”.

Dios no quiere que estemos en tinieblas de desconocimiento. Nosotros no hemos sido puestos para recibir la ira de Dios; todo lo contrario, hemos recibido el conocimiento para estar preparados, llenos del Espíritu Santo, para recibir poder de lo alto para hacer milagros y prodigios. Pero si tú no sabes lo que viene a la tierra y especialmente al pueblo de Dios, vas a sufrir mucho porque no te preparaste.

Antes del regreso de Jesús, vendrá Elías a predicar el día de venganza de Jehová. El regreso de Jesús estará precedido de un ministerio profético, muy diferente a lo que escuchamos en la actualidad. Por ahora, escuchamos la primera parte de la profecía de Isaías 61, pero muy pronto se escuchará un mensaje distinto: oiremos del día de venganza de Jehová.

Hoy se predíca un mensaje de amor, de reconciliación, de buena voluntad, de misericordia y perdón de pecados; pero justo antes que Jesús regrese, se anunciarán los juicios de Dios. él no quiere que su pueblo perezca en esas grandes catástrofes, por esa razón, enviará a sus profetas para que adviertan que sus juicios vienen a la tierra tal como lo hicieron en el pasado.

Este ministerio profético del que estamos hablando tendrá como propósito señalar la maldad del pueblo de Israel y de la iglesia. Vendrán a anunciar los juicios de Dios y a llamarlos a la santidad e integridad; y para el inconverso, anunciarle que los juicios de Dios vienen pronto para que procedan al arrepentimiento, tal como lo hizo Juan el Bautista. Mateo 3:7-10 menciona cómo reprendió a los fariseos por su incredulidad: “Pero al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban a donde él estaba bautizando, les advirtió: «¡Camada de víboras! ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo que se acerca? Produzcan frutos que demuestren arrepentimiento. No piensen que podrán decirse a sí mismos: ‘Tenemos a Abraham por padre.’ Yo les digo que aun de estas piedras Dios es capaz de darle hijos a Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no produzca buen fruto será cortado y arrojado al fuego»”.

El libro de Apocalipsis 10:11 dice: “Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”. Este ministerio profético tendrá alcance mundial y no solo en Israel, como muchos suponen, porque Dios se manifestará poderosamente a través de ellos haciendo maravillas como nunca se hicieron en todo el mundo. “De cierto, de cierto os digo que el que cree en mí, él también hará las obras que yo hago. Y mayores que éstas hará, porque yo voy al Padre”. (Juan 14:12).

La profecía de Isaías que Jesús no leyó es la parte que se predicará en el tiempo del fin, justo antes del regreso de nuestro Señor. El Día de Venganza de Jehová será predicado para testimonio a las naciones, y entonces vendrá el fin. Este ministerio profético anunciará el retorno de Cristo a la tierra, de la misma manera que envió a Juan el Bautista, porque el Señor dice: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible” (Malaquías 4:5). El libro de Apocalipsis 11:3-4 lo confirma: “Por mi parte, yo encargaré a mis dos testigos que, vestidos de luto, profeticen durante mil doscientos sesenta días. Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que permanecen delante del Señor de la tierra”.

En el libro de Zacarías 4:11-14, también se confirma el ministerio de estos dos profetas: “Luego pregunté: «¿Qué significan estos dos olivos a la derecha y a la izquierda del candelabro?» Y añadí: «¿Qué significan estas dos ramas de olivo que cuelgan junto a los dos conductos de oro por donde fluye el aceite?» Me respondió: «¿No sabes qué significan?» «No, mi señor», le contesté. Así que me explicó: «Estos son los dos que han sido ungidos para servir al Señor de toda la tierra»”.

Muchos eruditos consideran que esos dos olivos que se mencionan en el libro de Zacarías 4 fueron Zorobabel, el gobernador político, y Josué, el sumo sacerdote. Ambos lideraron la reconstrucción del templo después del exilio en Babilonia. Para ellos, Zorobabel y Josué son los dos ungidos que menciona Zacarías 4. Sin embargo, tanto Zorobabel como Josué no eran el cumplimiento de la profecía, puesto que Apocalipsis 11:3-4 dice que esos dos testigos vendrán justo antes del tiempo del fin. Estos dos profetas vienen a advertir no solo al pueblo de Dios, sino al mundo entero, que los juicios de Dios vienen.

Si unimos la profecía de Zacarías 4, Apocalipsis 11 y Mateo 17, donde menciona que Elías vendrá primero, podemos deducir que tanto los dos profetas como el retorno de Elías tienen un mismo fin. La Biblia dice que Elías será enviado primero porque tiene un papel clave en la preparación espiritual del pueblo antes de la venida del Señor. El propósito principal de enviar a Elías antes del «día grande y terrible de Jehová» es preparar al pueblo para el juicio venidero. Elías será enviado para restaurar la relación entre la iglesia y su Dios, y para hacer un llamado al arrepentimiento genuino. Su misión es reconciliar a las familias y restaurar los corazones, evitando que todos perezcan cuando el Señor venga en juicio.

Elías confrontó al pueblo de Israel que se había desviado hacia la idolatría y los llamó a volver al Señor, como se narra en 1 Reyes 18. El evento principal es el enfrentamiento en el monte Carmelo entre el profeta Elías y los 450 profetas de Baal, con el propósito de demostrar quién es el verdadero Dios. Este capítulo tiene como protagonistas al pueblo de Israel, que había caído en idolatría bajo el reinado de Acab y la influencia de Jezabel, quienes promovieron la adoración a Baal.

Elías desafió al pueblo a decidir entre seguir a Jehová o a Baal y organizó una prueba: cada grupo debía preparar un sacrificio, pero el fuego debía venir del cielo. Los profetas de Baal fracasaron en hacer que su dios respondiera, mientras que Jehová envió fuego para consumir el sacrificio de Elías, demostrando que Él es el único Dios verdadero. El pueblo de Israel, al presenciar esto, se postró y reconoció a Jehová como su Dios.

El relato culmina con la ejecución de los profetas de Baal y el fin de una larga sequía, lo que simboliza la restauración de la relación entre Dios y su pueblo. Elías confrontó la falsedad de los falsos dioses. De la misma manera, su regreso en los últimos tiempos tendría un propósito similar: llamar al pueblo de Dios a arrepentirse y volverse a su creador antes del juicio final. Sería una falsedad creer que la iglesia no adora a otros dioses, porque la realidad es que muchos cristianos adoran a un dios llamado Mamón. Esta es una palabra que aparece en la Biblia para referirse a las riquezas o el dinero personificado como un señor o maestro que compite con Dios por la lealtad de las personas.

Jesús lo menciona en Mateo 6:24 y Lucas 16:13, advirtiendo que nadie puede servir a dos señores: no se puede servir a Dios y a Mamón al mismo tiempo. Aunque no es un dios literal, Mamón simboliza la idolatría hacia el dinero y las posesiones materiales. Jesús utiliza esta figura para enseñar que las riquezas llegan a ocupar el lugar de Dios en la vida de muchos creyentes, desviando el corazón del creyente de las prioridades espirituales.

La profecía de Malaquías sobre el regreso de Elías se ve como una preparación para la llegada del Mesías, de la misma forma que Juan el Bautista lo hizo meses antes de la llegada de Jesús. Los judíos en tiempos de Cristo esperaban que Elías regresara en forma física, algo que evidentemente no sucedió en su tiempo. Sin embargo, Jesús confirmó esta expectativa cuando dijo que Juan el Bautista vino en el «espíritu y poder de Elías,» como dice Lucas 1:17, es decir, Elías vino, pero el pueblo de Israel no lo conoció, cumpliendo parcialmente la profecía. Sin embargo, Jesús dijo que Elías vendrá nuevamente en los tiempos finales.

En el contexto de los tiempos finales, muchos creen que Elías será enviado como uno de los dos testigos mencionados en Apocalipsis 11 para preparar al mundo antes de la segunda venida de Cristo. Su misión será alertar al mundo del juicio inminente y exhortar al arrepentimiento de Israel.

Algunas corrientes cristianas de pensamiento interpretan que los dos testigos mencionados en Apocalipsis 11:3-12 podrían ser Elías y Moisés regresando físicamente en los últimos tiempos. Esta creencia se basa en sus roles únicos en la historia bíblica: Elías como representante de los profetas y Moisés de la Ley. Además, ambos realizaron milagros similares a los descritos en el pasaje de Apocalipsis, como detener la lluvia o convertir el agua en sangre. La profecía de Malaquías 4:5-6, que dice que Elías será enviado antes del «día grande y terrible del Señor,» también alimenta esta idea.

Por otro lado, algunos interpretan que los dos testigos no son Moisés y Elías literalmente, sino figuras simbólicas que representan a los profetas y la Ley, o a dos grupos de creyentes que predicarán en los últimos días. También se destaca que Jesús afirmó que Juan el Bautista vino «en el espíritu y poder de Elías» (Mateo 11:14), lo que lleva a muchos a pensar que la profecía sobre Elías ya se cumplió. Aunque el mismo Jesús dijo en Mateo 17:11: “A la verdad, Elías viene primero…”, de modo que el ministerio de Elías aún no ha terminado.

En cuanto al alcance de su mensaje, algunos creen que su misión estará dirigida principalmente a Israel, dado que Apocalipsis menciona a Jerusalén como el escenario de su predicación. Sin embargo, otros sostienen que, aunque el énfasis pueda ser en Israel, su mensaje tendrá un impacto global, ya que Apocalipsis aborda eventos de alcance universal.

Aunque la creencia generalizada es que Elías y Moisés vendrán físicamente a la tierra a predicar a Israel, la Palabra de Dios no se refiere a la persona de Elías en sí, sino al «Espíritu de Elías». Como sabemos, Eliseo sucedió a Elías con una doble porción de su espíritu (2 Reyes 2:9), después de que Dios lo arrebatara. Eliseo poseía el mismo espíritu que Elías, lo que significa que actuaba y pensaba de manera similar. Además, Eliseo también tenía el poder de realizar milagros. Por ejemplo, abrió el río Jordán al golpear sus aguas con el manto de Elías (2 Reyes 2:13-15), purificó aguas contaminadas, resucitó a un niño y sanó a un general de la lepra. No solo tenía el poder, sino también la mentalidad de Elías. De hecho, cualquiera podría haber dicho que Eliseo era como Elías debido a sus semejanzas en poder y conducta.

Otro «Elías» fue Juan el Bautista. Aunque no realizó milagros, se asemejaba a Elías en muchos aspectos. La prueba más evidente de que él fue el Elías que habría de venir es que Jesús lo confirmó. Es indudable que Elías vendrá antes de la segunda venida de Jesús, al igual que es cierto que Juan el Bautista lo fue. Esto lo confirmó el propio Jesús en Mateo 11:13-15: “Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga”.

Estos versículos dejan evidencia de que Juan el Bautista fue el Elías profetizado por Malaquías 4:5-6. Sin embargo, aún falta su retorno, como también lo mencionó Jesucristo. Para entender esto, se necesita tener una percepción profunda y un oído espiritual agudo, pues el Señor se refería al «Espíritu» de Elías. No será Juan el Bautista quien regresará, ni Elías en persona, sino un grupo de hombres llenos del espíritu y poder de Elías.

¿Le sorprende esto? Pues la palabra de Dios dice que Elías viene primero para restaurar y preparar el camino del Señor, de la misma manera que Juan el Bautista hizo hace dos mil años. Los discípulos, al igual que nosotros, estaban interesados en conocer los eventos cercanos al regreso de Jesús y el fin de los tiempos. En una ocasión, Jesús llevó a sus discípulos más cercanos a un monte en el cual se transformó; en esa ocasión, aparecieron en una visión Elías y Moisés transformados. “Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista” (Mateo 17:10-13).

Los discípulos estaban confundidos porque los escribas, basándose en Malaquías 4:5-6, enseñaban que Elías debía regresar antes de la llegada del Mesías para restaurar todas las cosas. Los discípulos acababan de presenciar la transfiguración, donde vieron a Jesús en su gloria junto a Moisés y Elías, lo que despertó su duda sobre el cumplimiento de esta profecía.

Jesús les aclaró que Juan el Bautista fue el Elías profetizado en Malaquías 4:5. Aparentemente, los discípulos comprendieron esta parte. Sin embargo, Jesús también mencionó: “A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron” (Mateo 17:11-12).

¿Por qué no les dijo simplemente que Elías ya había venido, sino que les dijo que tiene que venir primero y restaurar las cosas? Esto deja entrever que el ministerio de Elías aún no ha terminado. A pesar de que Elías ha sido glorificado, se espera que regrese a la tierra, pero no en forma física. Juan, al igual que Jesús, se dedicó a proclamar el arrepentimiento y a bautizar en aguas, pero en ninguna manera a restaurar todas las cosas o a predicar el día de venganza de Jehová.

Elías vendrá a restaurar las cosas antes que venga el día de venganza de Jehová. La palabra restauración es el proceso de devolver algo a su estado original, mejorado o más completo. En un sentido general, implica reparar, renovar o recuperar algo que ha sido dañado, degradado o perdido. De modo que Jesús se refería a algo que Elías debería devolver a su estado original.

La misión de Juan el Bautista fue preparar el camino para la venida de Jesucristo y llamar al pueblo al arrepentimiento, anunciando la inminente llegada del Reino de Dios. Él fue enviado para preparar los corazones del pueblo de Israel para recibir al Mesías. La principal tarea de Juan fue predicar un mensaje de arrepentimiento. Instó al pueblo a abandonar sus pecados y volverse a Dios, bautizándolos en el río Jordán como símbolo de ese arrepentimiento y purificación.

Su mensaje no solo implicaba arrepentimiento personal, sino una transformación espiritual en preparación para la llegada del Reino de Dios. A pesar de su impacto y popularidad, Juan siempre reconoció que su misión era secundaria a la de Cristo. En Juan 3:30, dijo: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”. Su ministerio tenía como objetivo señalar a Jesús como el Mesías, no tomar protagonismo.

Ahora la iglesia, al igual que el pueblo de Israel hace dos mil años, está sacrificando a Dios de manera rutinaria y vacía. Pero cuando el Espíritu de Elías regrese a la tierra, será para anunciar el retorno de Jesús de manera poderosa, al igual que Juan el Bautista. Entonces comenzará un movimiento del Espíritu Santo como nunca antes visto, y tendrá su máxima expresión con el retorno de Jesús.

El regreso del “Espíritu de Elías” a la tierra tiene como propósito preparar el camino del Señor y enderezar el corazón del creyente antes que lleguen sus juicios. El evangelio del Reino debe ser restaurado a su estado original. Debemos volver al tiempo de los primeros cristianos; el evangelio de Dios debe ser predicado de la misma manera que los discípulos lo predicaron y practicaron. Por favor, te pido que leas la Biblia y observes cómo vivían los apóstoles. Lee las Escrituras para que te des cuenta de que el evangelio que Jesús enseñó es muy diferente al que se predica hoy. Si es que en tu congregación se predica, porque lamentablemente, en muchas congregaciones no se escucha la palabra de Dios. Pueden pasar horas cantando, gritando, llorando y contando fábulas fantasiosas, pero no predicando la palabra de Dios.

El verdadero evangelio del Reino ha sido modificado, mezclado y reducido a su mínima expresión. Hoy en día, muchos falsos maestros enseñan doctrinas de todo tipo con las que engañan a los creyentes, haciendo que crean en evangelios diferentes, como el famoso “evangelio de la prosperidad”, el de “creciendo en gracia”, o el de “salvos siempre salvos”, entre otros. Estos serán destruidos junto con sus patrocinadores.

El mensaje que traen los ungidos con el “Espíritu de Elías” es enseñar al verdadero creyente a reconocer la verdad. Es rescatar la sencillez del evangelio de Jesucristo de las tantas corrientes denominacionales modernas. El único evangelio del Reino será predicado en toda la tierra, tal como ocurrió en el pasado, porque el Espíritu de Elías reposará en los siervos de Dios, para preparar a su pueblo para el encuentro con su Señor, tal como lo hizo Juan el Bautista. Lucas 1:16-17 dice: “Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.

Los juicios de Dios vendrán a través de sus siervos
Dios levantará un nuevo movimiento profético cuya finalidad será anunciar el retorno de Jesús a la tierra y llevar a cabo sus juicios. Debemos recordar que los juicios provienen de Dios, no del anticristo ni de Satanás. Solo Dios tiene el poder para tomar venganza y juicio sobre las naciones. Por lo tanto, es Dios quien enviará un mensaje de juicio sobre todos los países del mundo a través de sus siervos los profetas, quienes proclamarán el “Día de venganza de Dios”. Estos derramarán tantas plagas cuantas veces quieran sobre todos los pobladores de la tierra y no solo sobre Israel.

“Yo mandaré a mis dos testigos, y ellos profetizarán por 1,260 días, vestidos de cilicio. Ellos son los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra. Si alguien les quiere dañar, fuego sale de la boca de ellos y devora a sus enemigos. Cuando alguien les quiera hacer daño, tiene que morir de esta manera. Ellos tienen poder para cerrar el cielo, de modo que no caiga lluvia durante los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas, para convertirlas en sangre y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran. Cuando hayan concluido su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, los vencerá y los matará” (Apocalipsis 11:3-7).

Los dos testigos del Señor profetizarán por tres años y medio. Durante ese tiempo, llevarán una gran tribulación a todos los moradores de la tierra. ¡Imaginen las consecuencias de una sequía a nivel mundial! Será algo tan terrible y cuyas consecuencias no se pueden medir en términos actuales, pues no ha ocurrido en tiempos recientes. La pérdida de cosechas, la muerte de animales de granja y la pérdida de las fuentes fluviales será tan devastadora que las naciones quebrarán. Esto es algo que muchos ni siquiera imaginan, y mucho menos piensan que la iglesia del Señor, su verdadera iglesia, será la encargada de ejecutar los juicios de Dios antes del retorno de Jesús.

Porque cuando Cristo vuelva, serán sus santos ángeles quienes culminarán su ira sobre los hombres impíos y malvados. La gran mayoría cree que este tiempo tan terrible será llevado a cabo por el anticristo, pero no se imaginan que pueda ser causado por el pueblo de Dios. Estos profetas serán personas aparentemente invencibles y con poderes sobrenaturales, pues lucharán en contra de cualquiera que quiera hacerles daño. No se detendrán en su misión de anunciar el Día Grande y Terrible de Jehová. Cualquiera que intente hacerles daño morirá de la misma manera que intentó atacarlos. Esta situación es similar a la que Elías enfrentó contra los sacerdotes de Baal, donde Dios hizo descender fuego del cielo, como se narra en 1 Reyes 18:36-40.

Estos hombres de Dios mostrarán poder sobrenatural, trayendo plagas a todos los pobladores de la tierra que no tengan el sello de Dios, es decir, el Espíritu Santo. El poder de estos profetas solo puede ser comparado con los milagros que Moisés y Elías manifestaron: el agua convertida en sangre, las plagas de piojos, ranas, moscas, llagas en la piel y otras que se manifestarán en el tiempo del fin. Durante tres años y medio, esto no se detendrá: plagas, milagros, sequías, movimientos de las estrellas, oscuridad, fuego mezclado con azufre cayendo a la tierra. Todos estos eventos serán traídos por estos profetas de Dios, no por el anticristo.

Sin embargo, cuando ellos concluyan su testimonio, el falso profeta y la bestia saldrán contra ellos y los matarán. Los hombres se alegrarán con su muerte, porque estos profetas atormentarán a los hombres. Estos personajes llevarán caos a donde quiera que vayan. Muchas personas creerán en su mensaje y se arrepentirán de sus malos caminos; sin embargo, la mayoría no lo hará. Por el contrario, blasfemarán contra Dios, especialmente cuando la plaga de granizo mezclado con fuego caiga sobre la tierra. En Apocalipsis 8:7 se describe un evento futuro en el que granizo mezclado con fuego forma parte de los juicios del fin de los tiempos: “El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra. Se quemó la tercera parte de la tierra, se quemó la tercera parte de los árboles, y toda la hierba verde se quemó”.

Muchos creen que estas plagas y juicios de Dios son alegóricos y no tienen un cumplimiento real y palpable. Sin embargo, si creen en las plagas que Dios derramó a través de Moisés en Egipto, esta fe a medias es común en nuestros días. Muchos teólogos, especialmente de la línea reformada, creen en una interpretación “espiritual” o alegórica. Algunas denominaciones cristianas difieren en cómo interpretar la Biblia, ya sea literalmente o de manera espiritual o alegórica, dependiendo de su enfoque teológico.

Sin embargo, la Biblia ofrece principios claros sobre cómo interpretar las Escrituras, enfatizando la importancia de hacerlo bajo la guía del Espíritu Santo y con un enfoque correcto. Uno de los puntos clave está en 2 Pedro 1:20-21, donde se nos enseña que “ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada”, sino que su verdadero significado proviene del Espíritu Santo, quien inspiró a los escritores. De la misma manera, nos insta a buscar su interpretación siendo guiados por el Espíritu también. Esto destaca que la interpretación bíblica no debe ser subjetiva ni basada en opiniones o corrientes denominacionales, sino dependiente de la guía del Espíritu Santo.

Jesús también prometió que el Espíritu Santo nos guiaría a toda verdad. En Juan 16:13, afirmó que el Espíritu de verdad hablaría y nos haría entender lo que necesitamos. Este principio nos recuerda que, al estudiar las Escrituras, debemos orar y depender del Espíritu Santo para recibir claridad. Además, la Biblia misma establece que las Escrituras se explican mutuamente. En Isaías 28:10, se menciona que debemos abordar las Escrituras de manera metódica: “mandato sobre mandato, renglón tras renglón, un poquito aquí, otro poquito allá”. Esto significa que ningún pasaje debe interpretarse de forma aislada; el contexto y la comparación con otros textos son esenciales, especialmente las profecías, que pueden estar incrustadas en textos aparentemente sin relación.

Por otro lado, 2 Timoteo 3:16-17 resalta el propósito práctico de las Escrituras, afirmando que son “útiles para enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia”. Esto significa que la interpretación bíblica debe llevarnos a un cambio en nuestra vida diaria, ayudándonos a vivir en justicia y a estar preparados para toda buena obra. Además, se nos exhorta a escudriñar la Palabra con humildad y disposición para aprender, como hicieron los bereanos en Hechos 17:11. Ellos recibieron la enseñanza con entusiasmo, pero también verificaron diariamente en las Escrituras si lo que escuchaban era verdadero. Este es un modelo de cómo debemos acercarnos al estudio bíblico: con una actitud abierta, pero también crítica y cuidadosa.

Por último, la Biblia advierte contra el peligro de torcer las Escrituras. En 2 Pedro 3:16, se menciona que algunos malinterpretan textos difíciles para su propia perdición, especialmente las cartas de Pablo. Esto nos recuerda que debemos manejar la Palabra con respeto y responsabilidad, evitando interpretaciones que distorsionen el mensaje original. Interpretar las Escrituras requiere humildad, oración y dependencia del Espíritu Santo. La Biblia debe estudiarse en su contexto, considerando cómo sus partes se interrelacionan y siempre con el objetivo de edificar nuestras vidas espiritualmente y acercarnos a Dios en un mensaje coherente. Este enfoque nos protege de errores y nos ayuda a comprender el propósito divino revelado en las Escrituras.

Recuerda que el libro del Apocalipsis es una revelación que Dios le entregó a Jesucristo, la cual fue enviada a Juan por medio de un ángel. Esta revelación es algo que debemos escuchar con mucha atención, tal como lo dice Apocalipsis 1:3: “Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca”.

Una de las plagas más grandes, que causará grandes estragos en la tierra, es la del granizo enorme: “Y enormes granizos, de casi un talento cada uno, cayeron del cielo sobre los hombres. Y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo, porque esta plaga era sumamente grande” (Apocalipsis 16:21). Este versículo demuestra que la dureza del corazón humano, incluso en medio de los juicios divinos, es incomprensible, puesto que, en lugar de arrepentirse, los hombres reaccionan con blasfemias contra Dios. Es una imagen poderosa de cómo algunos resistirán incluso en los momentos más críticos del juicio de Dios.

Los juicios de Dios sobre la gente inconversa vienen pronto a través de sus profetas, como siempre ha sucedido. No hay nada nuevo ni diferente en la forma que Dios actúa. No importa lo que hayas aprendido en el pasado, la Escritura confirma una y otra vez que Dios no hará nada sin que lo revele a sus siervos los profetas. Esto significa que todavía hay verdaderos profetas de Dios sobre la tierra: “Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7).

Cuando los profetas de Dios hayan terminado su ministerio, el enemigo hará guerra contra ellos y los vencerá, o por lo menos creerá que los ha vencido. “Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, los vencerá y los matará… Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra. Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron” (Apocalipsis 11:7-11).

Estos profetas de Dios seguirán los mismos pasos del Maestro: morirán cuando hayan terminado su misión, y sus verdugos pensarán que han triunfado. Pero el Padre de Gloria los levantará, y subirán al cielo para recibir su maravillosa recompensa.

Durante tres años y medio, los profetas de Dios atormentarán a los hombres de la tierra. A pesar de eso, ellos no van a ceder. Al contrario, los hombres se gozarán cuando estos siervos de Dios sean muertos, porque les causaron gran calamidad. Por el contrario, el falso profeta saldrá como paladín de paz y justicia para engañar a los hombres y hacer que crean en sus doctrinas diabólicas y mentirosas.

La Biblia advierte en varios pasajes que los falsos profetas realizarán señales milagrosas para engañar a las personas. En Mateo 24:24 y Marcos 13:22, Jesús declara que estos falsos profetas harán grandes señales y prodigios, incluso con la capacidad de engañar, si fuera posible, a los escogidos. En Apocalipsis 13:13-14, se menciona que el falso profeta, aliado de la bestia, hará milagros asombrosos, como hacer descender fuego del cielo, para persuadir a los habitantes de la tierra. Estos pasajes enfatizan la capacidad de los falsos profetas para utilizar señales sobrenaturales como herramientas de engaño, destacando la importancia del discernimiento a través del Espíritu Santo para no ser desviados de la verdad.

Esta confrontación de poderes hará que los cristianos verdaderos sean perseguidos por aquellos que defienden otros evangelios. Dirán que estos profetas son enemigos de la humanidad, porque han traído grandes males al mundo, y que la Bestia, por el contrario, es el precursor de la tan ansiada paz mundial y de la bonanza económica que el mundo espera con ansias. Tanto los profetas de Dios como sus discípulos serán perseguidos, como en el tiempo de los apóstoles.

Pero esta vez Dios se moverá rápidamente en contra de sus enemigos, y todos los hombres que no fueron bautizados por el Espíritu Santo sufrirán las consecuencias de su desobediencia e incredulidad. “Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes. Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre. Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos” (Apocalipsis 9:4-6).

Debemos recordar que solo existen dos bandos: con o en contra de Dios. No existen términos medios, por lo cual, si no has sido sellado por el Espíritu Santo, serás sellado por la Bestia. El sello de la Bestia no será un sello físico, puesto que Satanás no obliga a nadie a pecar contra Dios, sino que los engaña para que pequen contra Él. De tal manera que los falsos cristianos perseguirán y matarán a muchos verdaderos cristianos, convencidos y persuadidos de que esto es lo correcto, tal como Pablo persiguió a los cristianos, creyendo que matándolos le hacía un favor a Dios.

Cuando Jesucristo vuelva a la tierra, destruirá por completo a los hombres que no lo recibieron como Señor y Salvador, y sufrirán las consecuencias de su desobediencia. “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea… Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones; y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos para la gran cena de Dios, para que comáis carne de reyes, y de capitanes, y carne de fuertes, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes” (Apocalipsis 19:11-19).

La gran cena de Dios no es para beber vino, sino para contemplar la destrucción de los impíos de la tierra. Ahora bien, alguien podría preguntarse: ¿Qué pasará con nosotros si llegamos hasta este punto?

El libro del profeta Isaías 26:20 nos da la respuesta: “Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación”. La palabra de Dios se confirma nuevamente en Sofonías 2:3: “Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el día del enojo de Jehová”.

Pablo y Pedro enseñan claramente que la salvación ofrecida por Dios a través de Jesucristo nos librará de la ira divina. En Romanos 5:9, Pablo dice: “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira”. Pablo deja claro que quienes han sido justificados por Cristo no enfrentarán el juicio divino. Este mismo pensamiento se refuerza en 1 Tesalonicenses 1:10, donde Pablo declara: “Y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera”. Además, en 1 Tesalonicenses 5:9, afirma: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”, subrayando que los creyentes no están destinados a experimentar la ira de Dios, sino a recibir su salvación.

Cuando la ira de Dios se derrame sobre las naciones, será de manera similar a como los israelitas estuvieron en medio de las calamidades que los egipcios atravesaron al salir de Egipto. A pesar de estar en el epicentro de la ira de Dios, los israelitas fueron guardados milagrosamente, porque Dios sabe quién es y quién no es un cristiano verdadero. “Jehová da su orden delante de su ejército; muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden. Grande es el día de Jehová y muy terrible. ¿Quién podrá soportarlo?” (Joel 2:11).

En Miqueas 7:15, Dios promete mostrarnos maravillas similares a las que realizó al sacar a Israel de Egipto: “Como en los días de tu salida de la tierra de Egipto, te mostraré maravillas”. Dios actuará con poder para proteger y cuidar a su pueblo, tal como lo hizo en el pasado. Dios no te sacará de la tierra antes que todas estas cosas sucedan; Él te llevará en medio del desierto y te mostrará todas sus maravillas, para que lo alabes y agradezcas su salvación en medio de la angustia.

Pedro también aborda esta temática, destacando la paciencia de Dios en 2 Pedro 3:9: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. En 2 Pedro 2:9, añade: “Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio”. Esto indica que Dios protege a los justos y les libra del castigo reservado para los impíos.

En resumen, tanto Pablo como Pedro coinciden en que la salvación es un medio para ser librados de la ira de Dios, ofreciendo una esperanza segura para quienes confían en Cristo. Los tiempos del fin serán días terribles para quienes no tienen a Cristo como su Salvador. Para ellos está reservada la ira de Dios; no hay forma de que puedan escapar de estos juicios. Amós 9:2-4 en la versión Reina-Valera 1995 dice:
“Aunque caven hasta el Seol, de allí los tomará mi mano; y aunque suban hasta el cielo, de allí los haré descender. Si se esconden en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los tomaré; y aunque se oculten de delante de mis ojos en lo profundo del mar, allí mandaré a la serpiente que los muerda. Si van en cautiverio delante de sus enemigos, allí mandaré que la espada los mate; y pondré sobre ellos mis ojos para mal y no para bien”.

No hay forma de escapar de la ira de Dios, pero sí hay una forma de ser salvos de su ira. Acepta a Cristo como tu Señor y Salvador. Si ya eres cristiano, arrepiéntete de tus malos caminos y busca al Señor con todo tu corazón, porque “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36).

 

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Mario huerta
Mario huerta
4 años atrás

Exelente .,estudio Gracia y Paz de Dios nuestro padre y del Seńor Jesucristo

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