Es común que las personas que conocimos durante nuestra vida nos rechacen cuando se enteran que somos cristianos evangélicos, especialmente si asistimos regularmente a una congregación. Aún en las mismas congregaciones pudiera existir este rechazo si obedeces sin restricción las escrituras.
Es difícil ir en contra de la corriente del mundo, eso todos los cristianos lo sabemos, la gente que antes eran nuestros amigos (o al menos decían serlo) ahora nos ven como locos o fanáticos religiosos. Aun nuestra propia familia nos rechaza y nos mira de lejos.
Ellos no quieren saber nada del hermano “Aleluya” que les habla de un Dios vivo. Pero aún más difícil es enfrentar la oposición dentro del mismo pueblo cristiano que cree que el cristianismo es una extensión de la iglesia tradicional.
Señalando el pecado por lo que es
El trabajo de un siervo de Dios es hablar de aquel que lo llamo de las tinieblas a su luz admirable, no congraciarse con los hombres. Muchos creen que señalar el pecado, es no tener amor hacia el prójimo, piensan que aquellos que continuamente recuerdan que Dios no admite el pecado, son personas que no comprenden la actualidad de la iglesia moderna.
Por ejemplo, muchas congregaciones aceptan la forma de vida de los homosexuales, ladrones y estafadores. Pero olvidan que Dios es Santo y no puede aceptar a ningún hombre que no haya sido santificado primero.
No me mal entienda, Dios no rechaza al homosexual, a la prostituta y al ladrón que quiera cambiar su vida y arrepentirse de sus pecados; lo que Dios no acepta es que los cristianos abramos la puerta a personas que insisten en vivir en sus pecados.
El PECADO traerá fatales consecuencias, y nosotros debemos recordarle al pecador que debe apartarse del camino de maldad no importa si hacer eso, trae consigo el rechazo de pocos o muchos, lo único que importa es agradar a Dios.